miércoles, 26 de septiembre de 2018

Congreso de Justicia Restaurativa: mis impresiones


Eva María Cardona Guasch


Abogada del ICAIB (Islas Baleares), especialista en Derecho de Familia. Mediadora civil y mercantil, adscrita al Instituto de Mediación de las Islas Baleares. Miembro de la Asociación para el Desarrollo de la Mediación en las Islas Baleares (Ademib).


Ella es la autora del post, en el que comparte sus impresiones sobre el reciente Congreso de Justicia Restaurativa, celebrado en Getafe (Madrid).

Tuve ocasión de conocer a Eva en las I Jornadas de Mediación, organizadas por el Consejo General del Poder JUdicial y el Consejo General de la Abogacía Española, que se celebraron en Sevilla, los días 23 y 24 de octubre de 2017 y desde entonces mantenemos el contacto.

Agradezco su generosidad al escribir estas líneas y espero una pronta ocasión para reencontrarnos. 

Mis impresiones:

Los pasados días 20 y 21 de septiembre se ha celebrado, en el campus de la Universidad Carlos III de Madrid, el Congreso Internacional de Justicia Restaurativa: Una justicia para las víctimas, al que he tenido el privilegio de asistir. Un título sugerente para dos jornadas de trabajo verdaderamente intensas. No voy a contarlas. Ni siquiera intentaré resumirlas.

Y ello,  por dos motivos: primero, porque seguramente, excedería de una extensión prudente; segundo, porque, en el momento de redactar estas líneas, aún no ha pasado tiempo suficiente para haber digerido todo lo escuchado durante estos dos días. 

Con las siguientes líneas, sólo me propongo compartir algunas impresiones personales.

En primer lugar, creo que este evento  ha supuesto un espaldarazo para todos los asistentes y, en general, para todos aquellos que trabajamos o pretendemos trabajar con métodos alternativos (cada vez nos gusta menos la calificación de “alternativos”) de resolución de conflictos con tanto entusiasmo como dificultades hallamos en el camino.

Me remito al programa -que aún puede consultarse en la web http://www.cijusticiarestaurativa.org - para referirme a la cantidad y categoría de los organizadores, directores, comité científico y al elenco de ponentes. 

De un vistazo, nos hacemos a la idea de la magnitud de estas jornadas. No en vano su organización ha sido posible por la confluencia de instituciones tan relevantes como la universidad, la judicatura y la abogacía españolas. Una magnífica conjunción que impulsa y legitima otras formas de hacer justicia distintas a las tradicionales.

Porque de eso se ha tratado, en definitiva, de Justicia, de hacer Justicia, de alcanzar Justicia, soluciones justas en el ámbito del Derecho Penal, con el propósito de ir más allá de las posibilidades que ofrece el Código Penal y la Ley de Enjuiciamiento Criminal. O lo que es lo mismo, de superar el esquema de justicia como equivalente a castigo del infractor. 

La reparación del ofendido no siempre acaba con una pena, ni siquiera si lleva aparejada una compensación económica. No basta. Por el contrario,  una justicia capaz de satisfacer las necesidades y expectativas particulares de cada víctima es posible y lo hemos palpado. 

Entender el motivo de la agresión, la forma en que se llevó a cabo, superar el miedo, conocer al infractor son algunas de las necesidades típicas de quien ha padecido un ataque, sea cual fuere su naturaleza..

Ciertamente, hablando de derecho penal, el marco normativo actual en Europa prevé la participación y atención de las víctimas, en quienes focaliza su atención y reparación, como una conquista alcanzada entre los siglos XX y XXI. De ahí el desarrollo de la llamada justicia restaurativa, que es hablar de múltiples herramientas o vías para hacerla efectiva. 

Durante los dos días de congreso nos hemos acercado a diversas experiencias y proyectos llevados a cabo en Colombia, Reino Unido, Israel. Y en España: Cataluña, País Vasco, Sevilla, Madrid… Muchos y buenos ejemplos. 

Vivencias que, contadas por los profesionales directamente implicados, nos han despertado admiración. Porque  en este congreso han destacado  los relatos contados en primera persona. Proyectos que inspiran, estimulan, emocionan. Y animan a perseverar, a emprender nuevos caminos.

La humanización de la justicia ha constituido una idea recurrente. Y si bien el hilo conductor de todas las ponencias ha sido la mirada hacia la figura de la víctima, tampoco hemos perdido de vista la del infractor, en la convicción de que la justicia restaurativa contribuye a su resocialización, otra aspiración tan democrática como humana. 

Sin ambages, se ha puesto sobre la mesa la oportunidad  y beneficios de aplicar herramientas de justicia restaurativa a todo tipo de delitos: los cometidos por jóvenes, delitos menores, muy graves, de terrorismo, de violencia de género. Encuentros restaurativos, conferencias, círculos, mediación… no sirven para todos los casos pero ¿por qué poner límites en función del tipo penal? El congreso ha constituido un buen espacio de reflexión y de crítica. También un ejercicio de audacia.

De entre todos los instrumentos mencionados, la mediación sea posiblemente el más nombrado durante el congreso, el más presente. 

En el Campus de la Universidad Carlos III nos hemos reunido un buen grupo de mediadores. Me he reencontrado con muchas caras conocidas y he echado de menos a unos cuantos compañeros que, en esta ocasión, no han podido acudir. Todos ellos, grandes profesionales, muy comprometidos y siempre abiertos a compartir conocimiento y experiencia, ya sea desde la mesa de los ponentes o en torno a un café reparador. Conocer el trabajo y los proyectos de unos y de otros ha resultado, como de costumbre, enriquecedor, esperanzador y estimulante.

Sin embargo, no podemos caer en la autocomplacencia. 

También hemos recordado que queda mucho por hacer: desde cuidar la formación de los mediadores o facilitadores hasta conseguir insertar de forma efectiva las medidas de justicia restaurativa (y en concreto, la mediación) dentro de nuestro proceso penal. Seguirá siendo necesaria, pues, la confluencia de todas las instituciones y de todos los profesionales. 

El acto de clausura ha sonado a compromiso renovado.

A la hora de las despedidas, una seguridad: más pronto que tarde volveremos a encontrarnos. Retomaremos los debates, las puestas en común y esas conversaciones de pasillo donde se trenzan complicidades y colaboraciones. Seguiremos trabajando para poner al alcance de los ciudadanos todas las formas posibles  de alcanzar Justicia.

Si te ha gustado, COMPÁRTELO. GRACIAS.

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